El libre albedrío
Si alguna vez te has enfrentado a situaciones emocionalmente intensas, sabes que las emociones pueden arrastrarnos. Nuestra capacidad para controlar nuestras emociones es una parte crucial de nuestra evolución social. En la actualidad, muchos entornos sociales prestan especial atención a no propagar el odio o la ira. Como resultado, estos sentimientos suelen ser reprimidos y, eventualmente, se expresan, a menudo de manera violenta, porque han sido contenidos durante demasiado tiempo.
Dejar ir
El control emocional es importante para nuestra cohesión social. Uno de los criterios actuales en la evaluación de la evolución social de los seres humanos es su capacidad para comportarse de manera agradable con los demás en la mayor cantidad posible de situaciones. Sin embargo, al mismo tiempo, las emociones que no se expresan generan, en el mejor de los casos, soledad y, en el peor de los casos, un sentimiento de frustración lo suficientemente fuerte como para arrasar con todo lo que encuentra a su paso.
La paz
Tomar conciencia. Cuando nos observamos a nosotros mismos, rápidamente nos damos cuenta de que nuestro libre albedrío está condicionado en gran medida por nuestra capacidad para gestionar nuestras emociones. Pero en realidad, quizás la gestión emocional no sea accesible. ¿Estamos seguros de que es posible evitar que una emoción emerja? ¿Pensamos que somos realmente capaces de decidir qué emociones nos van a atravesar hoy? Sin embargo, lo que sí es seguro es que podemos tomar conciencia de lo que nos lleva. Y también podemos decidir aceptar esas poderosas fuerzas emocionales. Y podemos respetar eso. Respetar esta dinámica, fruto de tantos factores que el ser humano no es capaz de comprender completamente. Y tal vez sea eso lo que hace la diferencia entre una IA y un ser humano. Una IA puede tener miles de millones de parámetros, pero un ser humano siempre tendrá más, infinitamente más. Siempre será impredecible y sorprendente.